Con mimo aprendemos
viernes, 30 de mayo de 2014
lunes, 12 de mayo de 2014
HIPERACTIVIDAD EN NIÑOS
La hiperactividad infantil es un trastorno de conducta de
origen neurológico, que suele afectar más a los niños que a las niñas. Los
niños hiperactivos tienen una inteligencia normal y se mueven continuamente. El
principal trastorno de los niños hiperactivos es el llamado "Déficit de
atención". Por lo general, un niño de tres años que vaya a la guardería
debería estarse quieto y escuchar durante unos 10 ó 15 minutos seguidos.
Síntomas que presentan los niños hiperactivos:
• Son muy distraídos y no escuchan cuando se les habla.
• Tienen dificultades para esperar que les toque el turno si
participan en actividades con otros niños.
• No son capaces de mantenerse jugando el mismo tiempo que
los compañeros de su misma edad; se cansan y quieren empezar juegos nuevos.
• Es muy corriente que no obedezcan las órdenes o que no
hagan las tareas que se les pide.
• La mayoría de niños hiperactivos tienen dificultades en el
aprendizaje, obtienen un bajo rendimiento escolar, son torpes para escribir o
dibujar, y tienen dificultad para memorizar y generalizar la información.
• Actúan de forma inmediata sin pensar en las consecuencias,
están inquietos con las manos y los pies, y no pueden estarse quietos. Siempre
están en continuo movimiento.
Es importante saber que hasta los 3 ó 4 años todas estas
características también pueden estar presentes en un niño completamente normal.
Si todos estos síntomas aparecen juntos en un niño, que haya cumplido los 4
años, probablemente sea un niño hiperactivo. Es frecuente creer que los niños
que provocan daños y se muestran caprichosos son hiperactivos, cuando en estos
casos sólo se trata de un problema de disciplina.
Principales síntomas de la hiperactividad infantil en
función de la edad:
Niños de 0 a 2 años. Problemas con el ritmo del sueño y la
comida. Se despierta sobresaltado y se resiste a los cuidados habituales. Es
muy irritable.
Niños de 2 a 3 años. Muestra inmadurez en el lenguaje
expresivo, tiene una actividad motora excesiva, una escasa conciencia del
peligro y es propenso a sufrir muchos accidentes.
Niños de 4 a 5 años. Tiene problemas de adaptación social,
es desobediente y le cuesta seguir las normas.
Niños a partir de 6 años. Es impulsivo, tiene un déficit de
atención, sufre fracaso escolar y tiene comportamientos antisociales.
Niños hiperactivos: Causas y tratamientos
A pesar de que se trata de un trastorno frecuente en los
niños, todavía no se conoce bien el origen de la hiperactividad. Algunos
expertos consideran que la poca atención se debe a un retraso en el desarrollo
del cerebro, aunque esto no está demostrado.
Otros afirman que la causa del exceso de movimiento está en
factores hereditarios y, finalmente, los hay que se inclinan por un daño mínimo
en las estructuras cerebrales, que no pueden descubrirse con los métodos de
diagnóstico que existen hoy en día. La opinión más generalizada entre los
expertos es que hay varios factores que interactúan de forma conjunta.
En la actualidad, se dispone de tres tratamientos para
ayudar al niño: el farmacológico, el psicológico y el educativo.
Farmacológico: los medicamentos que se utilizan son un buen
apoyo, mientras se combinen con procesos de enseñanza para que el niño aprenda
a regular su conducta.
Psicológico: los padres juegan un papel fundamental, ya que
ante todo han de crear un ambiente familiar estable, con unas normas conocidas
y explícitas. Las técnicas psicoterapéuticas que se aplican están destinadas a
mejorar el ambiente familiar y escolar, favoreciendo una mejor integración del
niño, a la vez que se le aplican técnicas de modificación de la conducta.
Educativo: una manera efectiva de modificar el
comportamiento del niño es a través de la ayuda educativa con premios y
castigos.
Niños hiperactivos: Consejos para los papás
Es muy importante cuidar el entorno del pequeño así como el
modo de tratarlo, ya que los síntomas de la hiperactividad pueden agravarse si
se vive en condiciones ambientales adversas. Por ello es importante:
• La cooperación entre educadores y padres, trabajando conjuntamente
con otros profesionales como médicos, psicólogos, logopedas, educadores
especiales, etc.
• Saber cuál es el comportamiento normal del niño, según su
edad. No se puede pretender que un niño se comporte perfectamente en
situaciones creadas para adultos, como ir de comprar a comer en un restaurante.
• Si los papás establecen unas normas es muy importante que
se hagan explícitas, es decir, que el niño sepa exactamente qué es lo que se
espera de él.
• Intentar conservar la calma, aunque la situación sea
tensa. No es conveniente "perder los nervios".
• Los castigos han de tener una duración limitada. No es
útil prolongarlos ya que pueden causar ansiedad en el pequeño.
• Conseguir pequeñas metas. Es más razonable ir paso a paso
y valorar los pequeños avances del niño.
• Establecer unos hábitos regulares y unos horarios estables
de comida, sueño, etc.
• Buscar las conductas positivas. La mayoría de padres
tiende a prestar mayor atención a las conductas negativas de sus hijos, porque
son las que molestan y llaman la atención.
• Si hay más hermanos, es frecuente que los papás se sientan
culpables por prestar menos atención al hermanito más tranquilo. Por ello, es
aconsejable buscar un tiempo para dedicarlo plenamente al otro hermano.
• Aprender a controlar la conducta del niño. Es conveniente
acudir a cursos o seminarios para aprender estrategias educativas eficaces, así
como para conocer a otras familias que se encuentren en una situación similar.
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